La Generación Z y la crisis de salud mental
El corazón agitado de la Generación Z y la crisis de salud mental
Autores: John Stonestreet y Shane Morris, Colson Center.
La frase de San Agustín, “el corazón humano está inquieto hasta que encuentra su descanso en Dios”, es muy conocida. Esta aplica no sólo a individuos sino a culturas y generaciones completas. Hablando en términos prácticos, esta “inquietud” puede adoptar muchas formas diferentes, incluyendo una crisis de salud mental sin precedentes.
El reciente y muy mencionado reporte del Centro para Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (conocido por sus siglas en inglés, CDC) precisamente lo describe así. Una vocera de CDC expresó con franqueza: “la juventud -especialmente, las mujeres jóvenes- están en crisis”. Un artículo en el New York Times lo resumió señalando: “Aproximadamente 3 de cada 5 chicas adolescentes experimentaron tristeza persistente en el año 2021… mientras que 1 de cada 3 consideró seriamente atentar contra su vida”. Jonathan Haidt, autor de “The Coddling of the American Mind” (La transformación de la mente moderna, versión en español) lo ilustró con una imagen más cruda: “Ya llevamos 11 años en la epidemia de salud mental de adolescentes más larga que se haya registrado”.
El momento de este brote sin precedentes de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental, señala Haidt, sospechosamente coincide con el aumento del uso de teléfonos inteligentes y aplicaciones de redes sociales. Esta tecnología ha conducido a toda la cultura hacia lo que él describe como un intercambio de una “niñez basada en el juego” por una “niñez basada en pantallas”. Ese intercambio facilitó la creación de una generación con psiquis frágiles, incapaces de hacer frente a los retos de la vida.
La razón por la cual esta crisis le ha pegado más fuerte a las adolescentes es que ellas dedican más tiempo a las plataformas y a páginas web que generan ansiedad social y física. Sin embargo, las posiciones políticas también pronostican problemas psicológicos. Utilizando el Panel Tendencias Estadounidenses de Investigación Pew, Haid demuestra que las inclinaciones políticas liberales pronostican peores resultados de salud mental. De hecho, una mayoría de mujeres de la Generación Z que se identifican como progresistas reportan que han sido diagnosticadas con una condición de salud mental.
Edad, sexo, y política no son los únicos predictores del problema. Usando datos similares, el politólogo y pastor Ryan Burge sugiere que el compromiso religioso es otro factor de importancia. Aquellos que nunca o rara vez asisten a servicios religiosos padecen de peor salud mental que aquellos que regular o semanalmente lo hacen.
En conjunto, y tomando en cuenta la economía y educación, a los estadounidenses por debajo de 25 años les está yendo muy mal en cuanto a salud mental. Quienes experimentan los peores sufrimientos son jóvenes, mujeres, liberales y seculares. Para este grupo, sentirse quebrantado es, increíblemente, la norma.
Por otro lado, el aparente efecto cobertor de la fe religiosa y la filosofía conservadora es fascinante. Las personas más religiosas son quienes, de hecho, se describen como “muy felices” con más frecuencia que sus compañeros seculares. Una explicación para esto son los efectos positivos sociales del sentido de pertenencia a un grupo religioso, incluyendo mayor ocurrencia de relaciones familiares estables y amorosas. Por ejemplo, en el año 2020, el Instituto para Estudios Familiares reportó que las personas que asistían a la iglesia regularmente tienen más propensión a casarse que sus vecinos no religiosos, y menos tendencia a divorciarse.
De cualquier manera, es importante considerar si los beneficios sociales del compromiso religioso están relacionados con la creencia en sí. ¿Una fe activa en Dios reduce el impacto de la crisis de salud mental en los jóvenes? ¿La ausencia de una fe religiosa deja a las personas más vulnerables a dicha crisis?
Aunque es una pregunta difícil de responder a través de las ciencias sociales, entendemos que San Agustín diría que “sí”. A pesar de su falta de familiaridad con la Generación Z, él hablaría de sus “corazones sin descanso, inquietos, agitados” buscando en la política, en la identidad de género, y en el ejercicio de su libertad de expresión, lo que solo se puede encontrar en una relación con su Hacedor.
Ante la crisis de salud mental de la Generación Z, es el Evangelio, y no la oscuridad, lo que debería motivarnos e informarnos. El bloguero y autor Samuel James señaló en la red social X que la juventud mentalmente quebrantada puede que esté preparada para escuchar la verdad: “Los evangélicos necesitan abandonar su idea errónea de que la Generación Z es una masa totalmente inalcanzable de “yoes» super-resguardados. La crisis de salud mental puede atravesar rápida y fácilmente la secularización como si fuera mantequilla.”
Dios nos ha hecho para Él. El tipo de individualismo posmoderno en que ha crecido la Generación Z nunca cumplirá sus promesas. Esta crisis de salud mental es una crisis espiritual. Tenemos la oportunidad de conducir a una generación de corazones agitados hacia el Único que es capaz de cumplir Sus promesas y traer descanso a sus almas.
Autores: John Stonestreet / Shane Morris
Traducción cortesía de: Isabel Andrikson
Para leer el artículo original en inglés, visite: https://breakpoint.org/best-of-breakpoint-the-restless-heart-of-generation-z-and-the-mental-health-crisis/
Foto: Pexels. Liza Summer