Enfoques sobre la crisis migratoria

Enfoques sobre la crisis migratoria

La crisis migratoria que afecta a la República Dominicana se agrava día a día y actualmente amenaza críticamente la estabilidad del país. Por eso, Acción Cristiana se une a la Marcha Patriótica a celebrarse el sábado 6 de agosto de este año, e invita a toda la población dominicana a participar masivamente en esta manifestación cívica, de manera pacífica. Como cristianos y como dominicanos, nos vemos ante la inminente urgencia de dar cara a esta grave situación que amenaza la estabilidad nacional, buscando soluciones racionales y balanceadas.

Tenemos el llamado de Dios a tratar a los extranjeros con amor y justicia. La biblia es consistente al condenar el abuso, el maltrato y la negación de justicia al extranjero, incluyendo la explotación laboral y defraudación de los salarios a estos (Exodo 22:21; Deuteronomio 24:17; Levítico 19:34; Malaquías 3:5).

Como seguidores de Cristo, no apoyamos ni nos hacemos partícipes de abusos ni de expresiones irrespetuosas, despectivas o de menosprecio contra la población migrante haitiana que ha venido a nuestra nación impulsada por la gran miseria y las diversas crisis. Sin olvidar este llamado, tampoco podemos obviar ni desestimar las amenazas reales que el país enfrenta por la situación migratoria actual. Por eso, buscamos en Dios sabiduría para encontrar soluciones a esta difícil realidad, siguiendo los principios de Dios en Su palabra.

Se quiere vender la idea de que los grandes flujos migratorios que suceden hoy día en todo el mundo son de carácter espontáneo, pero la realidad es que son una parte neurálgica de la agenda globalista que se intenta imponer sobre las naciones. A nivel global se impulsan campañas millonarias dirigidas a fomentar la migración masiva de manera irrestricta y a intentar eliminar las diferencias culturales y las fronteras entre las naciones. Se presentan como programas humanitarios, pero en la práctica buscan forzar a los países receptores a obviar sus propias leyes y agotar sus limitados recursos, teniendo que acoger y atender a gran número de personas con estatus migratorio irregular, afectados por la miseria.

Estos programas responden a un plan de los poderes fácticos que operan en el ámbito internacional, y a través de la firma de acuerdos y la aprobación de leyes en los diferentes países, van despojando a las naciones de su soberanía. No brindan soluciones a la problemática raíz, pues no responden a una cosmovisión cristiana de la realidad, sino todo lo contrario: se constituyen en un levantamiento contra lo establecido por Dios.

Primero, Dios mismo fue quien determinó que la tierra debía ser poblada por naciones independientes, con diferentes culturas y lenguas (Génesis 11:1-8), y fue también Dios quien estableció las fronteras entre las naciones (Hechos 17:26). Por eso, debemos estar alerta ante quienes busquen unificar las naciones bajo una sola autoridad global. Bíblicamente, el plan del enemigo de Dios y de nuestras almas es levantar un gobernante, conocido como el anticristo, que ejerza su autoridad sobre toda la tierra (Apocalipsis 13: 7-8).

Segundo, los gobernantes tienen la responsabilidad de mantener el orden en las naciones que gobiernan, al establecer y hacer cumplir leyes justas; lo contrario a esto conduce a las naciones a un estado de anarquía, donde cada cual hace lo que le parece (Jueces 17:6).

Tercero, toda persona, ciudadano o extranjero, está obligada a someterse a las leyes y autoridades de la nación donde vive (Romanos 13:1). Como creyentes y seguidores de Cristo, estamos llamados, no sólo a obedecer las leyes, sino también a no apoyar ni hacernos partícipes de su violación. Esto incluye las leyes relativas a temas migratorios.

Cuarto, la palabra de Dios presenta un principio bíblico claro para ayudarnos a establecer el orden correcto dentro de la familia. Dicho principio bíblico indica que la misericordia hacia el prójimo debe tener un orden de prioridades, en el que la primera responsabilidad debe dirigirse a cuidar a la familia propia y luego hacia la ayuda a otros (I Timoteo 5: 4 y 8). Este mismo principio es aplicable a nivel de nación, lo que significa que las autoridades deben asegurar que, en primer lugar, sus propios ciudadanos reciban todos los servicios que necesitan y no caigan en miseria, y luego avocarse a la ayuda a los demás.

En la actualidad, en nuestro país se está violando este principio, pues nuestro precario sistema de salud está sobresaturado por la alta cantidad de inmigrantes indocumentados que llegan a los hospitales buscando atención médica. Esto resulta en el desplazamiento de los dominicanos, que se ven privados de recibir las atenciones médicas que necesitan.

Análisis de la realidad actual y recomendaciones.

La República Dominicana ha sido la nación más generosa con las necesidades del país vecino, porque somos un pueblo de corazón generoso, fundado sobre principios cristianos. Sin embargo, es necesario subrayar que la resolución a la compleja problemática haitiana no es en ninguna medida responsabilidad de la República Dominicana, sino que debe ser enfrentada y atendida por la comunidad internacional.

La crisis en la República Dominicana continúa agravándose. Cada vez es más común escuchar sobre conflictos o eventos delictivos que involucran a ciudadanos haitianos, así como también sobre acciones y expresiones demandantes de personas de esta población, que presentan sus reclamos de manera agresiva, como si se trataran de derechos que el gobierno dominicano estuviera en obligación de suplirles.

Solicitamos a nuestras autoridades que enfrenten esta situación de manera clara, valiente y transparente, haciendo cumplir la ley migratoria, incluyendo, pero no limitado a:

  • Detener la inmigración irregular, desenmarañando y deshaciendo las redes de corrupción que operan para que esta suceda y se sostenga.
  • Llevar a cabo los procesos de repatriación que establece la ley, respetando la dignidad de las personas repatriadas y sin separar a los menores de sus padres.
  • Someter a la justicia a todos los involucrados en las redes de tráfico de personas y aplicarles todo el peso de la ley, incluyendo a los miembros de instituciones públicas que trabajan en complicidad para hacer esto posible.
  • Salvaguardar nuestra soberanía y respetar la Constitución, evitando someter al país a pactos y acuerdos internacionales que comprometan la integridad y autonomía nacional, y que otorguen primacía a poblaciones migrantes irregulares por encima de los intereses soberanos nacionales.
  • Mostrar coherencia entre el discurso y la acción, en el sentido de que la solución a la compleja problemática haitiana no provendrá de la República Dominicana; en cambio, es necesario lograr el compromiso de la comunidad internacional en la búsqueda de soluciones sostenibles que ayuden al pueblo haitiano a permanecer en su nación de forma segura y a encontrar vías de desarrollo y prosperidad allí.

Como ciudadanos de una nación cuyos fundadores pusieron a Dios siempre en primer lugar, debemos orar al Rey de reyes y soberano Dios, que nos ampare y nos defienda de aquellos que atentan, consciente o inconscientemente, contra nuestra amada República.

Dios nos ampare…

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