El llamado del cristiano a ser Sal y Luz en el mundo.
Mt. 5:13-16 «Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.»
La sal y la luz han sido en todo tiempo elementos comunes que se encuentran en prácticamente cada hogar del mundo, así que, al hacer referencia a estos elementos, Jesús buscaba presentar con claridad su voluntad para sus seguidores. Este llamado de Jesús a sus discípulos implica al menos cuatro verdades acerca de la responsabilidad de los cristianos en el mundo:
- Verdad 1: Los cristianos son fundamentalmente diferentes a los no cristianos (o por lo menos deberían serlo). El mundo está en oscuridad y los cristianos son llamados a ser luz. El mundo está corrompido y la sal es usada para detener la corrupción y quitar lo insípido. Los cristianos y el mundo son tan diferentes como el agua y el aceite; como la luz de la oscuridad; como lo salado de lo insípido. Dios ha llamado del mundo a un pueblo a ser diferente.
- Verdad 2: Los cristianos están llamados a permear a la sociedad no cristiana. A pesar de que los cristianos son (o deben ser) moral y espiritualmente diferentes a los no cristianos, no están llamados a estar segregados socialmente. Al contrario, la luz sirve para alumbrar la oscuridad y la sal para evitar que la corrupción. Una lámpara bajo una mesa no sirve de nada, ni tampoco la sal dentro del salero; así mismo, los cristianos no deben permanecer al margen de la sociedad, sino que deben estar inmersos en ella, allí donde sí podrían influir sobre ella. El llamado de los cristianos es a dejar que su luz brille, de modo que sus buenas obras sean vistas por los hombres. (I Pedro 2:12)
- Verdad 3: Los cristianos pueden influenciar una sociedad no cristiana. Antes de que existieran las neveras, la sal era conocida como un preservante; se le ponía sal a la carne y al pescado, y de esa manera la corrupción que venía de las bacterias era retardada, aunque no eliminada cien por ciento. La metáfora de la luz es todavía más clara: cuando la luz es encendida, la oscuridad desaparece, pues las tinieblas no prevalecen contra la luz (Juan 1:5). Así mismo, Jesús llama a los cristianos a detener la corrupción y hacer desaparecer la oscuridad de la maldad.
- Verdad 4: Los cristianos deben mantener su distinción cristiana. Si la sal pierde su sabor, no es buena para nada; si la luz no mantiene su brillantez, se vuelve ineficiente. Los que decimos ser cristianos debemos llenar dos condiciones:
- Permear la sociedad no cristiana, inmiscuyéndonos en la vida del mundo y capturando posiciones de influencia, de acuerdo al llamado de Dios para cada uno.
- Mientras lo hacemos, evitar ser asimilados por el mundo. Debemos mantener nuestras convicciones cristianas, valores, estándares y estilo de vida, o sea, mantener la santidad de Dios, además del conocimiento del mundo.
Stott, John. Los problemas que los Cristianos Enfrentamos Hoy (2008).