Aborto y Salud Mental

En este articulo:
Especialista de la sicología presenta diversas perspectivas y evidencias de los efectos perjudiciales del aborto en la salud mental de la mujer.

El embarazo no sólo se gesta en el cuerpo sino también en la mente de la mujer. Desde que una mujer se sospecha embarazada, se asume como madre y comienza un proceso natural que avanza hasta traer esa vida al mundo. Es por esta razón que tenemos que tomar en consideración lo que significa emocionalmente para una mujer estar embarazada e igualmente lo que significa dejar de estarlo.

Ciertamente los seres humanos estamos habilitados para vivir las diferentes situaciones que se nos presentan en la vida de acuerdo a nuestra personalidad y cómo las afrontamos; cuando vivimos situaciones antinaturales, emocionalmente recibimos un choque que nos remueve; un ejemplo es cuando quien muere primero en una familia es un hijo… Es algo fuera de la norma; no es esperado que un padre entierre a un hijo, pues lo esperado es que un hijo, en algún momento, entierre a sus padres. Es igualmente doloroso, pero existe una lógica en la naturaleza que te ayuda a aceptar vivir con esta pérdida natural con más facilidad que cuando es al revés.

Hay dos síntomas psicológicos que suelen darse en la mayoría de los abortos: ansiedad, que va desde leve hasta ataques de pánico y sentimientos de culpas recurrentes. Otros síntomas que pueden aparecer son los siguientes:

  • Negación o incredulidad
  • Confusión
  • Oscilaciones en el estado de ánimo
  • Tristeza y sensación de vacío
  • Enfado o rabia
  • Falta de energía
  • Irritabilidad
  • Miedos (a no recuperarse nunca de la pérdida, a no poder reproducirse más adelante, a problemas familiares, etc.)
  • Sentimientos de incapacidad y afectación de la autoestima
  • Desconexión de los propios sentimientos
  • Aislamiento social
  • Disfunción sexual
  • Miedo a la muerte o tanofobia
  • Insomnio o pesadillas recurrentes
  • Entre otros.

En el período inmediatamente posterior al aborto, lo que marca la vivencia individual de las mujeres es la ambivalencia: por un lado muestran una sensación de alivio ante la ansiedad y el miedo producido por la situación y ante la presión del entorno social. Si ese embarazo no era deseado, el aborto inicia como un alivio, pero tenemos estudios que muestran que luego de esto pasarán episodios de sufrimiento agudo, con distintas características. Pero está demostrado que frente a un aborto provocado, las mujeres enfrentarán reacciones físicas, psicológicas, y que las reacciones son diferentes para cada mujer. La vivencia es muy personal pero casi todas las mujeres la describe como traumática.

Este estudio: Women Who Suffered Emotionally from Abortion: A Qualitative Synthesis of Their Experiences fue realizado a través de una encuesta a 987 mujeres que abortaron. (Aquí traducción al español). https://www.jpands.org/vol22no4/coleman.pdf . Salvo excepciones, la mayoría de las mujeres entrevistadas reportan que la experiencia del aborto no es un tema olvidado y cerrado, sino que sigue presente y se convierte en algo, cito: “con lo que se tiene que vivir siempre” (Trybulski, 2006, p. 686)

Se experimenta una dificultad en integrar significativamente el aborto como una experiencia vital constitutiva, y suele ser vivido como un asunto en curso: Boulind & Edwards, 2008; Carril & López Gómez, 2007; Fielding et al., 2014; Peña Pasapera & Pérez Ramón, 2011; Trybulski, 2006).

Algunos autores califican esta presencia constante del aborto como intromisiones de pensamiento, e incluso alocuciones, fantasías y sueños con el hijo ausente: cómo habría sido su embarazo, su infancia, cómo se vería ahora: (Alex & Hammarström, 2004; Fielding et al., 2014; Kimport, 2012; Peña Pasapera & Pérez Ramón, 2011; Trybulski, 2006)

En algunos estudios, los sentimientos negativos persistentes se reportan como la vivencia de una pérdida, teniendo la estructura de un duelo (negación, negociación, reconciliación,) estrategias de desviación de la atención, situaciones dolor y sufrimiento, reparación simbólica o mediada, proyección de la culpa en el entorno social etc.: (Avalos, 1999; Boulind & Edwards, 2008; Goodwin & Ogden, 2007; Lie et al., 2008; Marquina & Bracho, 2007)

Para prácticamente todas las mujeres estudiadas, el aborto realizado constituye un secreto íntimo, un dolor profundo que les cuesta poder compartir abiertamente. (Astbury-Ward, Parry, & Carnwell, 2012; Boulind & Edwards, 2008; Bustos et al., 2011; Fielding et al., 2014; Gómez & Henríquez, 2014; Kimport, 2012; Marquina & Bracho, 2007).

A veces veo con qué facilidad las personas hablan de legalizar el aborto, porque “debe ser decisión de una mujer”, que la gran mayoría de las veces se encuentra atravesando una crisis importante en su vida, por lo cual podría ver el aborto como una solución a lo que en ese momento entiende es un problema más. En otras palabras, sería altamente irresponsable dejar una decisión como esta en manos de una mujer que se encuentra alterada emocionalmente, debido a la circunstancia que está viviendo.

La mujer que se sabe madre desde que se imagina embarazada va a vivir posiblemente el resto de su vida atada a los síntomas que les he mencionado anteriormente, porque acudió a “una solución” que parecía ser la mejor en ese momento, y parecía estar acompañada, y parecía tener la justificación para hacerlo. Pero poco a poco comienza a despertar a la realidad de lo acontecido y somos nosotros, los terapeutas, quienes debemos trabajar duramente para tratar de ayudar a esa mujer a salir adelante, a perdonarse, a vivir su duelo.

Cuando veo la insistencia en aprobar esta ley de tres causales, aun compartiendo todos estos estudios sobre el aspecto emocional, me atrevo a asegurar que estas personas pertenecen a uno de tres grupos:

1) Nunca se han hecho un aborto y no tienen idea de lo que están pidiendo y de su significado para la mujer que se lo practique;

2) Se han hecho al menos un aborto y necesitan que los que dicen que no hay vida en el útero tengan razón, para aliviar su dolor emocional; o

3) Son pagados por industrias abortistas.

Esperamos que en nuestro país se legisle para que la mujer tenga acceso a todo el apoyo y ayuda, tanto física como psicológica, para encontrar el soporte firme que le permita echar hacia adelante en compañía del hijo gestado, y se le pueda ofrecer la opción de darlo en adopción en caso de que no lo quiera, o sea imposible para ella sostenerlo.

Nuestro país no puede legislar para que dentro de sus leyes se contemple matar una vida indefensa solo porque ésta se desarrolla dentro del cuerpo de alguien más. Debe mantener firmeza en la protección a la vida siempre.

Por: Regina Pérez de González. MA en Psicología Clínica, Infantil y Adolescentes

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